“Walfisch+Walfisch: un asunto familiar” es la muestra que Graciela y Florencia Walfisch inauguran en julio en el Centro Cultural Marcó del Pont. Tía y sobrina nos cuentan en esta nota cómo es transitar un mismo camino artístico en pos del amor por el dibujo.
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¿Cómo surge la idea de hacer esta muestra?
Graciela Walfisch: La verdad es que ni siquiera fue una idea nuestra ¡Ni sabemos muy bien cómo surgió! (Risas) En realidad creo que todo comenzó cuando mi hija Celina mostró mis trabajos y alguien le sugirió que a esas obras les faltaba un poco de color. Porque estaban hechos en grafito. Y ahí fue cuando la llamó a Florencia.
Florencia Walfisch: Exactamente. Eso fue hace ya más de un año. Celina me llamó y me preguntó si junto con los trabajos de su mamá podía mostrar los míos, entre los de otra gente que también podía quedar seleccionada. Y de todo lo que Celina le mostró a Jorge Mensi (el Curador del Centro Cultural Marcó del Pont), a él le pareció que mi obra era la que mejor acompañaba a la de mi tía.
¿Nunca antes habían trabajado juntas?
G.W.: Nunca. Sí una vez nuestros trabajos coincidieron en una muestra colectiva, pero nada más.
¿Y cómo fue el ensamble de sus respectivas obras?
F.W.: Con la idea de la muestra ya puesta en marcha nos pusimos a trabajar y a ver cuál era la mejor forma de unir nuestros trabajos. Y nos encontramos con que el hilo conductor era el dibujo. A partir de ahí nos pusimos a buscar lo que a las dos nos parecía que nos unía, más allá de que utilizamos diferentes técnicas.
G.W.: Además esta asociación tenía que surgir a partir de trabajos ya realizados, de obras ya terminadas. O sea, era algo bastante difícil. Tratábamos de imaginar y de ver cuál era la mejor forma de que nuestras obras se encontraran.
¿Qué técnicas utilizan en sus obras?
G.W.: En general utilizo grafito, carbonilla o sanguínea. Pero siempre haciendo dibujos.
F.W.: Yo dibujé muchos años con grafito y también con tinta china. Y desde hace 7 años a esta parte que me dedico a bordar. En general, mis bordados son dibujos, aunque muchas veces las formas se disparan para donde uno menos lo espera. Para mí fue todo un aprendizaje leer el bordado como un dibujo. Ahí fue cuando nos dimos cuenta cuál era nuestro hilo conductor para esta muestra: nuestro amor por el dibujo. Muchas veces da la sensación que el dibujo es algo simple. Es como si no tuviera el glamour que tiene la pintura: como si fuera algo más sencillo. Sin embargo, para nosotras, siempre está muy presente esa estima por la línea pura. Justamente, porque es una técnica muy noble…
G.W.: La línea o el gesto es lo que le dan vida a un dibujo, más allá de la técnica que uno use. Y eso para nosotras es muy importante.
¿Hace mucho que te dedicás a dibujar?
G.W.: Prácticamente toda mi vida. Por supuesto, hubo períodos en que abandoné. Inclusive épocas en las que me dediqué a la pintura. Hasta que un día comprendí lo que era un dibujo puro y me consagré de lleno a eso.
¿La relación con tu tía tuvo algo que ver en tu elección de convertirte en artista?
F.W.: Lo que pasa es que cuando yo tuve edad para entender lo que ella hacía, para mí su arte ya era parte de su vida. Era algo natural en ella. El dibujo o la pintura era sólo un fragmento de lo que era mi tía. Y antes de dedicarme al dibujo yo escribía. No se si es una influencia directa pero digamos que dentro del mundo de mi tía, dentro de las cosas que ella significaba para mí, estaban la pintura y el dibujo como eje casi central.
¿Qué es lo positivo y lo negativo de trabajar juntas, siendo tía y sobrina?
G.W.: Nos entusiasmó la posibilidad de hacer esta muestra juntas. Porque existe un plus afectivo en todo esto. Por suerte se dio la posibilidad de unirme con mi sobrina en esto, aún haciendo cosas tan dispares.
¿Les costó unir sus obras o se dio naturalmente?
G.W.: Ella vino a ver mis dibujos para concluir si se podían conciliar de alguna manera.
F.W.: Porque partimos de sus dibujos para unir nuestros trabajos. Entonces yo me puse a reflexionar para ver cuáles de mis obras dialogaban mejor con las de ella.
¿Creen que comparten una estética?
F.W.: Yo lo que encontré fueron similitudes a la hora de evaluar la gestualidad de nuestras obras. Y por otro lado, también, un encuentro por interrupciones. Es decir: nuestra obra no es compatible sólo por continuidades sino también por ritmos y contraritmos.
¿Cómo sería eso?
F.W.: Observando la totalidad de la muestra me di cuenta de que lo que sería puramente la estética de una o de la otra, funcionan como oposición.
G.W.: O quizás, no sólo por oposición.
F.W.: Nuestra estética no se basa necesariamente a partir de una continuidad sino que también se delinea por una pausa, o por un silencio. Es como si en nuestra obra aparecieran nuestras voces: esto es más que una continuidad de una sola voz. Aunque yo trabaje abstracto y ella no; y nuestras técnicas sean muy distintas.
¿Qué expectativas tienen con la inauguración?
F.W.: Es una celebración. Por eso nos parecería muy lindo que la gente del barrio se acerque y nos conozca, para que esta celebración se pueda expandir.
G.W.: Eso por un lado. Y por otro lado esta muestra significa la alegría de saber que pudimos unir nuestras disímiles obras. Porque en el fondo, todos nuestros trabajos se asemejan, en el sentido que responden a una línea y a la búsqueda a través de ésta. Y nos gustaría que la gente lograra captar esta unión. De dos cosas tan diferentes y sin embargo, a la vez, tan articuladas.
Julieta Gervasoni para Marcó del Pont Contenidos
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