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miércoles, 2 de marzo de 2011

China Zorrilla en el Marcó

“La dama D’Enfrente”

China Zorrilla y un elenco de primer nivel llegan al Centro Cultural Marcó del Pont para poner en escena “Las D’Enfrente”, una comedia costumbrista de Federico Mertens estrenada en 1909. En esta nota, la prestigiosa actriz uruguaya nos cuenta de qué trata “Las D’Enfrente”, dónde reside la magia del teatro leído, qué impresión le dejó la visita de Pepe Mujica a su casa y cómo se siente a punto de cumplir sus 89 años.

- ¿Qué características tiene “Las D’Enfrente”?
- Las D’Enfrente está muy bien escrita. En estos casos los actores solemos decir que la obra “corre sola”… Imagináte que estamos todos los actores en escena, con el libreto en la mano. Lo que la gente viene a ver es el antiteatro ¿te das cuenta? Son 8 personajes, están las 8 sillas, todos sentados con el libro en la falda, dando vuelta la página…y al ratito ya te olvidás de eso. Es como si conocieras a los personajes...Como si fuera gente que vive en la vereda de enfrente... Es un diálogo que fluye naturalmente y le recuerda a la gente lo que es el texto de esa obra que están viendo. A veces uno va al teatro y se divierte con las personas que están en los palcos, con las imponentes escenografías y se distraen viendo a los famosos…acá, de todo eso, no hay nada. Esto es el teatro puro. Es sólo el texto. Estamos todos sentados con el libro en la mano, damos vuelta la página al mismo momento y sin embargo el espectador ve la obra como si estuviéramos con la ropa de época, con los peinados de época. Toda la magia de esta obra está en el texto.

- “Las D’Enfrente” es una obra de 1909, ¿por qué crees que sigue estando vigente, más de 100 años después de su estreno?
- Sabés por qué sigue estando vigente? Porque es creíble. El autor no quería hacer literatura con el texto. Quería hacer teatro. Y teatro no puede escribir cualquiera. Lo genial de “Las D’Enfrente” es cómo hablan los personajes. Ellos te marcan la época en la que transcurre la obra por cómo hablan. Y la historia es muy sencilla. No es una historia fantástica en la que una puede preguntarse qué va a pasar en el siguiente acto. La magia reside en cómo está contada. Cómo fluye la conversación. Por eso te digo que es el antiteatro. No hay escenografía, no hay ropa de época, no están todos esperando el pie del otro para entrar con sus parlamentos…No. Todos con el libro en la mano y sentados en sillas. Pero a los 2 minutos estás viendo la sala de esa casa: una sala paqueta, con un sillón de terciopelo colorado. Y no ves que la chica que hace de hija tiene puesto un blue jean y un suéter. O sea: si el teatro está bien narrado y los diálogos están bien contados, todo lo demás parece superfluo.



- ¿Cuál es entonces la gran diferencia que hace el teatro leído?
- Para nosotros esto es una fiesta porque somos actores que estamos acostumbrados (los que tenemos suerte) a hacer grandes personajes y a hacer una obra en la que te visten de pies a cabeza. Te ponen los zapatos, y una liga en el costado, y tenés la cintura apretada, y el chaleco en el lugar justo para que se te vea un poco la camisa blanca…y todo eso, en el teatro leído, no existe. Lo único que importa es lo que estás diciendo y cómo lo estás diciendo. Si vos acomodás tu decir a una época, no tenés que estar pensando si la peluca corresponde a la edad de tu personaje…Es el texto el que está diciéndolo todo. Te está diciendo quiénes son esos personajes, en qué época están, en qué ámbito. Para nosotros es una experiencia única porque el actor se fija mucho en que la ropa esté bien, que la peluca sea la adecuada y que el traje combine con los muebles del living…Y acá no: te repito, todo eso es superfluo. Es el texto el que lleva la ropa, la época y todo lo demás.

- ¿Por qué decidiste participar de esta obra?
- Porque de todos los proyectos que me ofrecieron fue lo que más me llamó la atención. Cuando me dijeron que era una obra de teatro leído lo primero que dije fue ¡qué aburrido! Y de golpe me di cuenta de que el teatro leído es el real, es más auténtico: porque lo estás disfrutando sin tener que disimular que está el público delante de ti. Te reís cuando querés, te ponés triste si es que querés estar triste. No es que tenés que hacer teatro; sino que tenés que leer teatro, que no es lo mismo. Y nos transformamos (al mismo tiempo) en los lectores y en el público. Y de golpe decís “pero mirá esta escena, cuando yo la había visto en teatro, no me había dado cuenta lo buena y graciosa que era” ¿Sabés por qué? Porque uno está mirando al galán, que es muy buen mozo, u otra cosa. Y te perdés la riqueza del texto. El teatro leído es una experiencia que los actores deberían tener, aunque sea, una vez en la vida. Yo, que tengo 1000 años de vida y 2000 de teatro, cuando me dijeron que era teatro leído pensé que iba a ser aburridísimo. Y me equivoqué.
- Hace 3 días el presidente de Uruguay, Pepe Mujica, vino a nuestro país para cumplir con una serie de obligaciones y antes de irse pasó a visitarte ¿qué impresión te dejó?
- Es un personaje. Por supuesto que para muchos es un político importante, y para otros es alguien interesante… pero para mí es un personaje de teatro, inventado por alguien. (Risas) ¡En serio! Mientras charlaba con él pensaba: “este hombre no existe”. Es absolutamente el producto de un autor teatral que se propone inventar un personaje y sale el Pepe Mujica. Es un tipo agudo, que peleó por las cosas que le importaban, fue Tupamaro, armó mucho lío…y de golpe es un señor que está hecho para ser el personaje principal de una obra de teatro. Porque uno no puede creer que sea así. Y lo mejor de todo es que es así en la vida real. A mí pocas veces alguien me sorprendió tanto. Yo a veces me pregunto qué me faltaría hacer en mi vida. Por ejemplo, ser la madre de Romeo…pero con lo que nunca había soñado es hacer una pareja aunque sea durante media hora con el Pepe Mujica. Porque él es de teatro: no puede existir ese ser fuera del escenario.

"Pepe Mujica es absolutamente el producto de un autor teatral"


- En 15 días cumplís tus primeros 89 años, China, ¿qué reflexión podés hacer sobre eso?
- Mis primeros 89 años…(Risas) Mirá, te juro, de golpe un día me encuentro con que tengo, como digo yo, casi 100 años. Que suena como si fueran muchos más y es casi la misma cantidad. Pero fue de golpe. Como si me hubieran dicho “bueno, preparáte” y me dieron un golpe en la espalda. Y de repente, me encuentro con esta parva de años encima…

- Casi no te diste cuenta…
- Exactamente. No me di cuenta… y te juro que te lo digo en serio. A veces me acuerdo que cuando era joven enumeraba todos los personajes que quería interpretar. Y ahora, a la vuelta de la vida, voy enumerando y borrando los personajes que no puedo hacer porque ya tengo 89 años. Y la lista aumenta cada día más. Pero aumenta sin tristeza. Porque la lleno de tantas cosas que hice…tantas obras. Porque lo lindo de este trabajo es ir cambiando de personajes. Antes las obras no estaban un año en cartel…Quizás estabas haciendo “Romeo y Julieta”, divirtiéndote como loca; y enseguida cambiábamos para hacer algo de Moliere. Entonces, en la vida de los actores, los años pasan mucho más rápido que en otras actividades. En Montevideo, cuando yo era joven, las obras duraban en cartel 1 o 2 meses, nada más. Y el cambio permanente de los clásicos mezclados con las obras nacionales del momento es una experiencia de teatro impresionante. Y yo era muy feliz haciendo eso. Era chica y estaba en Montevideo, en el elenco oficial, donde se pasaba de un Shakespeare a un Moliere como quien decide cambiar un café con leche por un té con leche. Se cambiaba totalmente de personajes y de ámbito. Era otro idioma, aunque habláramos francés las dos veces. No importaba. Era insertarte en mundos completamente diferentes: otros personajes, otro siglo de la historia. Entonces yo me di el lujo (aunque esto en otros países es sinónimo de pobreza, más que de lujo) de haber hecho muchísimos clásicos. Porque si yo te digo la lista de los clásicos que hice, no me creerías… ¡Y si se lo digo a un inglés o a un francés piensa que tengo 250 años de edad! O sea que yo lo que hago todos los días es dar las gracias…porque siempre hice la vida que yo quería. Yo guardo en el corazón todo el teatro que he hecho: a veces bueno y a veces no tan bueno. Pero siempre intenté, y muchas veces logré, que fuera bueno de verdad.

Julieta Gervasoni para CCMP Contenidos. Fotos con Copyright.

Las D'enfrente: Viernes 11 y 18 de Marzo - 21 hs. (puntual) [retirar las entradas -hasta dos por persona- una hora antes]

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